Los cambios de prácticas operacionales y políticas en el contexto regional no se están produciendo en Irán, sino en otros lugares -sobre todo en el Líbano y Siria- donde Teherán tiene intereses. En Líbano, Hezbollah ha introducido dos cambios positivos, dramáticos y rápidos sobre el terreno. Estos cambios van más allá de las palabras y ofrecen pruebas concretas de los profundos cambios provocados por los avances en Siria; aquellos que se han considerado durante años a Hezbollah como una garra iraní deben reconocer la mano de Irán para ayudar en dos rápidos avances en Líbano: uno de los cuales está vinculado la demanda de expansión de la soberanía interna libanesa sobre la seguridad; mientras que el otro es producto de la crisis en Siria y la retirada de los efectivos de Hezbollah de la primera línea de combate.
Los líderes de Hezbollah están convencidos que no importa quién es el presidente de Irán, ya que no va a cambiar la posición de Teherán -en principio- sobre el partido libanés; por otra parte, rechazan las especulaciones que un presidente reformista en Teherán dará menor apoyo a Hezbollah. Parece que creen que la decisión de Teherán, respecto a su relación con Hezbollah, está controlada por dos instituciones estables cuyo poder dentro del sistema de gobierno de Irán no cambia, independientemente de quién sea el presidente: la primera institución está representada por el líder supremo de la Revolución Islámica, el ayatolá Ali Khamenei, respaldado por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI); y la segunda institución son los ayatolas de Qom, que tiene gran influencia doctrinal y moral en Irán.
Hezbollah es una parte integral de los poderes del CGRI e ideológicas en Irán y por lo tanto, la relación de Hezbollah con Irán va más allá de la mera política. Pero un examen más riguroso de la relación de Hezbollah con Irán, revela las conexiones con las estructuras de poder del CGRI lo que explica porque esta estructura de poder tiene grandes alas militares fuera de Irán que pueden actuar como decisores de política exterior.
La visita del 8 de septiembre del canciller iraní, Mohammad Javad Zarif, a Irak llamó la atención de los medios de comunicación, pero la visita a finales de agosto de Qassem Soleimani, Comandante del CGRI, en gran medida pasó inadvertida. Zarif negó que Irán tuviese la intención de atacar intereses estadounidenses en Irak -en respuesta a un posible ataque contra Siria- pero advirtió que "El que comienza la guerra contra Siria no será capaz de contener o poner fin a la misma”; contrariamente, las conversaciones de Soleimani se han envuelto en secreto y confidencialidad.
Al parecer, Soleimani estaba claramente molesto por la falta de entusiasmo entre las principales fuerzas chiitas iraquíes frente al proyecto de Teherán propuesto hace meses en el ámbito de los acuerdos regionales. El elemento político del proyecto buscaba para reunir a las fuerzas chiitas iraquíes para formar un frente común para la gestión de los asuntos iraquíes y para evitar los conflictos entre ellos; el proyecto de Soleimani principalmente no prosperó debido a la renuencia del clérigo Muqtada Al-Sadr,líder del movimiento de as-Sáder y el Ejército Mahdi, que incluye un gran contingente de ex insurgentes. Si bien la mayoría de estos últimos siguen siendo leales a las propuestas de su líder, algunos han desertado y se unieron a Asaib Ahl Al-Haq o Kataib Hezbollah.
En el video capturado por los rebeldes de la Brigada Al-Daoud, cerca de Idlib, se puede ver a un supuesto un asesor militar iraní explicando en persa su visión de “La guerra actual en Siria es la de Islam contra los no creyentes, el bien contra el mal (…) Este frente es apoyado por Hezbollah. Los combatientes son iraníes, de Hezbollah, iraquíes y afganos muyahidines y otros. Los rivales son Israel, Arabia Saudita, Turquía y Qatar, además de EE.UU., Inglaterra y Francia”. Grupos chiítas en Irak también han suministrado combatientes a Siria, incluyendo Kataeb Hezbollah, la Organización Badr y Asaib Ahl Al-Haq, todos los cuales formaban parte de la insurgencia chiita apoyada por Irán contra las fuerzas de la coalición en Irak en 2006-2008.
De acuerdo con funcionarios norteamericanos y los miembros de la Guardia, los Grales. Hossein Hamadani y Yadollah Javani -dos altos mandos que supervisaron 2.009 represión en Teherán contra manifestantes pro-democracia- fueron desplegados en Siria y el. Gral. Soleimani envió a su personal superior que habían dirigido las campañas de contrainsurgencia contra los propios movimientos rebeldes de Irán. Teherán se ha centrado especialmente en la fortificación del Oeste y el centro de Siria, las regiones que controlan el acceso a Líbano y Hezbollah.
Los Guardianes de la Revolución, por su parte, siguen movilizando a miles de combatientes chiitas para combatir a los rebeldes sunitas que en gran parte siguen siendo armados, entrenados y financiados por Arabia Saudita y otros rivales de Irán, según funcionarios iraníes y oficiales de Inteligencia árabes. En la base de Amir Al-Momenin, cerca de Teherán, chiitas de Yemen y Arabia Saudí están siendo entrenados para combatir en Siria, según las autoridades iraníes y aldeanos que viven cerca de las instalaciones; mientras que las dos milicias iraquíes, Kataib Hezbollah y Asaib Ahl Al-Haq, han sido desplegadas en Siria en mayor número durante el año pasado para ayudar a estabilizar el régimen de al-Assad.
Este despliegue de las fuerzas chiitas iraquíes coincide con un repliegue de las unidades de Hezbollah a la frontera libanesa sobre Qusayr, asegurando el flanco Oeste de Siria. La presión de Irán sobre los grupos iraquíes es importante y, mientras que el objetivo de los partidos chiitas iraquíes es reducir la presión de Irán hasta que el problema sirio se resuelva, la meta de Teherán es sumar a las milicias organizadas a través de la frontera. El desempeño de las fuerzas combinadas milicias chiitas iraquíes-Hezbollah-Ejército ha sido gravitante en la captura de un barrio en las afueras de Damasco que los rebeldes sunitas habían capturado.
Esta transnacionalización del conflicto sirio ahora trasladó el foco del enfrentamiento de Líbano a Iraq. La presencia de Irán y sus aliados en Siria se está convirtiendo en un reto estratégico para el presidente Obama y sus intereses regionales. Mientras tanto, las fronteras han sido transformadas por las lealtades sectarias.
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