sábado, 4 de julio de 2020

¿Qué razones impiden a Netanyahu anexar partes de Cisjordania?


Tres carteles electorales del partido político Likud que muestran al presidente de EE.UU., Donald Trump, y al premier israelí, Benjamín Netanyahu, en Al-Quds (Jerusalén).

¿Qué razones de peso le impiden al premier israelí, Benjamín Netanyahu, poner en marcha su ansiado plan parcial de anexión de la Cisjordania ocupada?

Dada la falta de consenso internacional, las divergencias entre Europa y EE.UU., y el relativo retroceso de Washington seguido de las profundas discrepancias internas entre los partidos políticos israelíes, no se divisa en el horizonte cercano una perspectiva clara de una nueva anexión de la Cisjordania, ya de por si ocupada por las fuerzas del régimen de Israel.

En los últimos años, el enfoque global en asuntos relacionados con Asia Occidental se había centrado en los desarrollos relativos a la lucha contra los grupos terroristas en Irak y Siria, incluida la banda ultra extremista del EIIL (Daesh, en árabe), pero, la reciente pretensión por parte del régimen israelí de poner en marcha un plan que contempla una mayor anexión de los territorios cisjordanos ha vuelto a girar la atención de la comunidad internacional sobre el tema palestino.

El plan del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de ejecutar la anexión del 30 % del Área C de Cisjordania descrita en los Acuerdos de Oslo (un 66 % del territorio palestino en Cisjordania), incluidos todos los asentamientos ilegales israelíes, a partir del pasado 1 de julio, ha causado una gran controversia internacional y regional en estos días, la cual se va a tratar de desmenuzar en detalles en el presente artículo.

Controversia sobre una mayor ocupación
Teniendo en cuenta que alrededor de casi 3 millones de palestinos viven en Cisjordania, siendo esta, de hecho, la parte más extensa de la zona planteada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) después de la Guerra de los Seis Días de 1967 a partir de la propuesta de las naciones europeas y Estados Unidos para formar un Estado palestino independiente, con la Franja de Gaza incluida, para lo cual los miembros de las Naciones Unidas aprobaron una resolución en ese mismo año.

El 22 de noviembre de 1967, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) adoptó la Resolución N° 242 exigiendo a Israel la retirada de los territorios ocupados en la Guerra de los Seis Días y el fin de “todas las situaciones de beligerancia” y el “respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas”; en resumidas palabras, el organismo quiso decir al régimen de Tel Aviv de que debe salir de Cisjordania, la Franja de Gaza, Al-Quds (Jerusalén), los altos del Golán sirio y la península egipcia del Sinaí, cuyas áreas las había ocupado desde el 5 de junio de 1967, con el inicio de la Guerra de los Seis Días.
El área cisjordana actualmente alberga a 430 000 colonos israelíes, quienes han sido reasentados en 132 asentamientos ilegales construidos por el régimen de Tel Aviv. El asentamiento de estos colonos en Cisjordania se inició después de la guerra de 1967 sin tener ni siquiera el aval de las Naciones Unidas y los países occidentales que consideran esta práctica sionista como un acto ilegal y violatorio del derecho internacional.

El plan del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de ejecutar la anexión del 30 % del Área C de Cisjordania, descrita en los Acuerdos de Oslo, incluidos todos los asentamientos ilegales israelíes, a partir del pasado 1 de julio.

Incluso antes de que el actual presidente de EE.UU., Donald Trump, asumiera su cargo, allá en enero de 2017, y propusiera su llamado “acuerdo del siglo” para poner fin a las demandas del pueblo palestino, la clase política de Washington, pese a su apoyo incondicional a las posturas sionistas, vienen considerando a Cisjordania como un territorio ocupado. 

El plan de anexión parcial de Cisjordania es parte del llamado “acuerdo del siglo”, presentado en enero por EE.UU. Dicho acuerdo otorgaría a los palestinos una autonomía limitada dentro de una patria discontinua, dejaría en manos de Israel el estratégico valle del Jordán y olvidaría la problemática de millones de refugiados palestinos deseosos de retornar a su patria.

Netanyahu, que ha estado haciendo campaña a favor de llevar a un buen puerto al llamado “acuerdo del siglo” de Trump, que hasta el momento le ha brindado la oportunidad de colocar a Al-Quds (Jerusalén) como la capital de este régimen, pretende materializar su ansiado plan anexionista de tomar el control absoluto de los asentamientos ilegales de los colonos israelíes en la Área C de Cisjordania, que supone la usurpación de un 30 % del territorio palestino.

En este planteamiento israelí reside la controversia originada sobre la causa palestina a la que se oponen algunos Estados europeos y muchos otros países, incluidas las naciones árabes, como Jordania, en contraposición a Estados Unidos.
Sin embargo, el camino de Netanyahu para concretar su plan anexionista del 30 por ciento de Cisjordania no es nada fácil, del mismo modo que la perspectiva de implementar este planteamiento no es muy clara para las formaciones de derecha sionista.

El semáforo de EE.UU. para Netanyahu se encuentra en fase intermitente de color naranja
En vista de que el plan sionista para ocupar el 30 por ciento del Área C de Cisjordania a manos de las fuerzas usurpadoras israelíes se sustenta sobre el llamado “acuerdo del siglo” presentado por el inquilino de la Casa Blanca, es muy relevante el hecho de que incluso la Administración Trump, en este momento, tras haber transcurrido cuatro días desde el inicio del periodo planteado para tal despropósito violatorio de los principios del derecho internacional, no ha decidido aún si apoya o no la anexión de Cisjordania por Israel.
Es probable que la razón de la indecisión de Washington para no pronunciarse públicamente sobre la referida anexión de Cisjordania por Israel resida en las profundas discrepancias internas que existe entre los socios de gabinete de coalición del régimen de Tel Aviv, conformados entre el partido Likud, del primer Benjamín Netanyahu y, Azul y Blanco de Benny Gantz.

Sin embargo, quién de los mortales no sospecha que detrás de esta estrategia de Trump se esconde en realidad su desesperación de apuntalar, de algún modo, sus aspiraciones de reelección presidencial de cara a las elecciones del próximo 3 de noviembre, ya que su apoyo al plan de anexión de Cisjordania le podría costar muy caro a sus intereses electorales.

Dado el alto costo que le supondría a Trump respaldar la implementación final de la anexión parcial de Cisjordania, que cuenta con un rechazo amplio entre la comunidad internacional, ahora parece que el líder republicano prefiere centrarse menos en este polémico asunto, y su relativo silencio comparado con el pasado sugiere que su equipo de campaña electoral por temor a las consecuencias de dicho apoyo, que le podrían aguar sus planes de seguir permaneciendo por otros cuatros años en el poder, han preferido mantener un perfil bajo sobre este tema de suma importancia para la causa palestina.


Así que ahora, en comparación con hace unos meses, Estados Unidos ya no es un gran defensor de los planteamientos sionistas de anexionar los asentamientos de los colonos israelíes en la Cisjordania ocupada, y, tal vez, es posible que los políticos estadounidenses han optado por respaldar este despropósito permaneciendo en silencio en lugar de recurrir a los grandes fastos y pomposos actos propagandistas que en un pasado no muy lejano eran muy asiduos a organizar.
En otras palabras, parece que el semáforo de Washington para el plan sionista de anexión de Cisjordania se encuentra en fase intermitente de color naranja para que sus socios israelíes se muevan con mucha cautela sobre este espinoso asunto.

Falta de consenso global
Otro tema importante que ha obstaculizado a Netanyahu para anexar partes de Cisjordania es la falta de apoyo global a sus pretensiones hegemónicas. Dado que el apoyo de Washington a Tel Aviv se encuentra en una especie de hibernación seguida de una acérrima oposición de los países europeos que han venido advirtiendo en los últimos días de la imposición de una serie de medidas punitivas contra el régimen israelí si insiste en hacer realidad su plan anexionista.
Por su parte, entre los Estados árabes, Arabia Saudí y Baréin han sido los más pasivos a la hora de condenar este plan anexionista, empero, muchos otros países del mundo árabe se han opuesto firmemente al plan de Netanyahu de extender la ocupación israelí sobre algunas áreas de Cisjordania.
En esta situación, es difícil esperar un respaldo para la controversia sionista, y no hay duda de que la implementación de este plan violatorio de los principios del derecho internacional provocará una reacción negativa global generalizada contra el régimen de Israel.

Brecha interna severa en los territorios ocupados
Al mismo tiempo, el obstáculo más importante y destacado para la implementación del plan de anexar el 30 % de Cisjordania es la existencia de la división interna de carácter agudo entre las distintas formaciones sionistas sobre cómo poner en marcha este despropósito.

Los partidos de izquierda y los sindicatos en los territorios ocupados de Palestina generalmente han manifestado su oposición al plan de Netanyahu, e incluso hace unos días se registraron varias protestas callejeras en algunos barrios de Tel Aviv contra la anexión de Cisjordania por parte de los colonos sionistas.

Un grupo de israelíes protesta en un barrio de Tel Aviv en contra del plan del premier Benjamín Netanyahu, de anexar partes parciales de la Cisjordania ocupada.

Al mismo tiempo, la discrepancia más importante sobre la anexión de Cisjordania se halla entre los partidos de derecha, extremistas sionistas y el gabinete de coalición de Netanyahu y Gantz. De hecho, los políticos de derecha conservadora dentro del régimen sionista no están de acuerdo sobre cómo implementar el plan de anexar aún más terrenos cisjordanos al resto de los ocupados territorios de Palestina.

Los políticos de las formaciones de extrema derecha, como los miembros del partido del ‘Hogar Judío’, liderado por el exministro de asuntos militares del régimen, Naftali Bennett, están pidiendo una implementación única y en un solo paso que comprenda la anexión del 30 por ciento de Cisjordania, y no apoyarán ninguna otra medida que no contemple esta opción.

Por su parte, Netanyahu está considerando ejecutar el plan anexionista en dos etapas debido a la oposición de Gantz, líder de la coalición Azul y Blanco y presidente del parlamento del régimen sionista, quien le está pidiendo una implementación gradual de la anexión territorial de la Cisjordania ocupada.
Líderes judíos de EEUU urgen a Gantz a no anexionar Cisjordania

El premier israelí, Benjamín Netanyahu, junto a su socio de gobierno de coalición del régimen de Israel, Benny Gantz, líder de la coalición Azul y Blanca y presidente del parlamento sionista.

De hecho, las discrepancias entre Netanyahu y Gantz incluso se han intensificado hasta el punto en que el líder del partido Likud ha amenazado recientemente con disolver el parlamento israelí si la oposición mayoritaria de la formación Azul y Blanco continúa exigiendo una anexión gradual del 30 por ciento de la Cisjordania.

Por otro lado, la implementación de este plan requiere la aprobación del parlamento del régimen sionista, presidido por Gantz. Por lo tanto, el desacuerdo entre las dos fraccionas sionistas de derecha ha originado un gran obstáculo para formalizar la ocupación de más terrenos de la Cisjordania.

¿Qué perspectiva se traza en el futuro inmediato la ejecución de la anexión de Cisjordania?

Dada la falta de consenso internacional, las diferencias entre Europa y Estados Unidos, y el relativo letargo de Washington, junto con las principales divergencias internas entre los partidos y fracciones políticos sionistas, no hay una perspectiva clara de que, por el momento, se vaya materializándose el plan de Netanyahu de anexionar una mayor extensión de los territorios de la Cisjordania ocupada.

Gantz, como líder del legislativo israelí, discrepa mucho con Netanyahu sobre la implementación del plan de anexión de Cisjordania, y si ese desacuerdo continúa, y considerando algunas de las amenazas vertidas por la persona del premier, es probable que se divise en un horizonte no muy lejano la disolución del parlamento y la convocatoria de una cuarta elecciones generales.
En esta misma línea y en vista del estrecho margen de rivalidad electoral entre Netanyahu y Gantz, quienes no han logrado obtener una mayoría absoluta en las tres rondas consecutivas de elecciones durante el último año, en 2019, es probable que los sionistas vuelvan a verse atrapados en un círculo vicioso de elecciones parlamentarias en las que nadie tendría la mayoría requerida para formar un gabinete sólido.

Así de grueso modo se puede decir, partiendo de la experiencia registrada durante el año pasado, es muy factible que la clase política israelí se vea inmersa en ese círculo vicioso de elecciones sucesivas e infructuosas, y en cuyo caso será muy difícil para estos dejar de lado sus agudas discrepancias para volver a retomar sus planes de anexión de la Cisjordania ocupada, al menos a corto plazo.


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