lunes, 15 de abril de 2019

LA NAKBA – EXPULSIONES TEMPRANAS POR LA COMPRA DE TIERRAS



(Esta publicación forma parte de una serie en la que nos referimos a distintos aspectos de la Nakba)
Desde fines del Siglo XIX los sionistas comenzaron a comprar tierras en Palestina. Más de la mitad de las tierras compradas pertenecían a terratenientes que no vivían en Palestina, una cuarta parte a terratenientes palestinos, y menos del 10% a campesinos. Aunque las tierras compradas fueron en realidad poco significativas (en 1948 constituían menos del 7% de las tierras palestinas), constituyeron ya el comienzo de la dolorosa expulsión de los campesinos palestinos. En estas tierras vivían desde hacía mucho tiempo familias de arrendatarios que con la compra resultaban expulsadas.
El educador judío sionista Yitzhak Epstein fue testigo del desalojo de los aldeanos (fellahin) de Jauna y Mutilla que siguió a la compra de su tierra por la acción colonizadora del Baron Edmond de Rotschild a un dueño ausente:
“Y entonces cuando vinimos a ocupar la tierra, surge enseguida la pregunta: qué hará el fellahin después que nosotros compremos sus tierras? … Desde el punto de vista de la justicia habitual y la honestidad oficial actuamos en forma totalmente correcta … Pero si no queremos engañarnos a nosotros mismos …, debemos admitir que hemos sacado a gente empobrecida de su humilde morada y le hemos sacado el pan de sus bocas. A dónde irán los desposeídos con sólo un poco de dinero? El lamento de las mujeres árabes el día en que sus familias dejaron Jauni-Rosh-Pina para ir a establecerse al este del Jordán todavía suena en mis oídos. Los hombres cabalgaban sobre asnos y las mujeres los seguían sollozando amargamente y el valle se llenó de sus lamentos. A medida que se iban paraban para besar las piedras y la tierra”.
También nos cuenta Epstein cómo se expulsó a los campesinos de la aldea de Metullah:
“Había más de 100 familias drusas en tierras arrendadas que habían cambiado de propietario varias veces. El último detestaba a sus arrendatarios, trató de vender las tierras pero no encontró comprador porque nadie quería expulsar a estos arrendatarios que habían vivido allí alrededor de 90 años. Entonces el propietario negoció durante 4 años con el pedikut [el oficial de la agencia de colonización del barón de Rotschild] En 1895 estalló la última rebelión drusa, que duró un año; los jefes tribales fueron exiliados por el gobierno turco a Constantinopla y el pedikut aprovechó la situación para completar la compra. Los ancianos de la aldea recibieron recompensas sustanciales, y en las circunstancias la resistencia violenta no era posible. Muchos de los aldeanos se negaron a dejar sus hogares y rechazaron incluso las ofertas más generosas por sus casas y jardines. Finalmente el oficial del asentamiento llegó a Metullah con una valija de monedas de oro, y como por casualidad también apareció un oficial armado con tropas que venía a arrestar a todos los que evadían el servicio militar, lo que era habitual. Todos por supuesto firmaron y en unos pocos días más de 600 familias dejaron la aldea donde nacieron y en el curso de una semana alrededor de 60 granjeros judíos se reunieron allí y ocuparon las casas drusas.”
Estas formas de adquirir tierras no pudieron continuar sin resistencia. Se oponían los palestinos y eran oficialmente limitadas tanto por el Imperio Otomano como luego por el Mandato Británico. Como en otros casos de colonización europea la tierra finalmente fue adquirida por la fuerza.

A partir de un texto de Ahmad H. Saadi, en el Epílogo del libro: Nakba Palestina, 1948 y los reclamos de la memoria

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